21/8/08

Senti-dos

Mi amado Henry:

mi último amante duerme plácidamente junto a mí, exhausto, mientras releo tu última carta. Me emociona verte relatar uno de nuestros momentos furtivos y clandestinos, robados al mundo, a la noche; uno de esos momentos que han abierto nuestros poros, hecho gritar a nuestras almas y nos han sumido en un infierno delicioso, infierno de jugos, sudores, gemidos, espasmos, temblores, éxtasis... pero también de nuestras miradas, susurros, alientos, caricias y besos.

Ahora tengo la certeza de que estoy viva, ahora que te tengo junto a mí. No recuerdo nada de antes, ni sé lo que será mañana. Sólo sé que despierto para tus palabras, vivo en tus sentidos y muero en tus brazos. Aún en la distancia te siento en mis venas, corriendo junto a mi sangre para acelerar mis latidos, para agitar mi respiración y envolverme en una nube azul de sensaciones.

Algo tan simple como escribirte estas líneas, saber que tus dedos se posarán donde primero han estado los míos, que tu nariz aspirará el aroma que penetre desde mi piel esta carta, que tu mirada recorrerá mis trazos redondeados, que oirás crujir al papel como la madera de la que proviene entre tus manos, incluso que puede que pases tu lengua por el interior de la solapa del sobre para recoger mi saliva y hacerla tuya... algo tan simple, te decía, hace que de nuevo me azote tu corriente desde la lejanía.

Entonces, cierro los ojos y me agacho sobre tu nuca y me dejo embriagar con tu olor a hombre. Y sonrío porque adivino tu sonrisa sobre la almohada, y te beso, beso y camino sobre tu cuello y tu espalda, hasta que te vuelves con tu deseo intacto hacia mí. Te cubro impaciente, clavando en mí tu miembro erecto que me posee como sólo tú, amore, sabes hacerlo. Mi lengua busca la tuya, mi ombligo se contrae una y otra vez al ritmo de mis jadeos. Pero falta algo, no te encuentro. Rabiosa te muerdo, aprieto, araño, buscándote. No es tu sexo, ni tus brazos, ni tu piel, ni siquiera tu lengua. Abro los ojos y te miro. No eres tú, tan sólo un imberbe con un bonito cuerpo que no sabe como erizar mi piel. Se me llenan los ojos de lágrimas y conteniendo mi ira intento follármelo, mi cuerpo lo necesita de nuevo. Y te llamo a gritos silenciosos, y vienes. Y llenas ese cuerpo vacío que tengo entre mis brazos con tu presencia, y me penetras, me lames, me follas con tus palabras que acarician, y caemos en esa danza provocadora que agita nuestros cuerpos hasta bebernos el uno al otro en ese vaivén de fuego.

Por fin me duermo, en tus brazos, mecida en tu ternura, llena de ti, amore. Ven pronto, te deseo. Tuya.


Foto: Koen Demuynck

No hay comentarios: