2/11/08

Taxi y fantasía




Me había puesto esas medias de rejilla que tanto te gustan para nuestra cita. En el taxi, tras cenar, de vuelta al hotel me besaste y sentí en tus labios el deseo que se apoderaba de ti. Tus manos recorrieron trémulas mis muslos y tus dedos se enredaron en la fina rejilla. Tiraste un poco y me sonreiste. Yo, como única respuesta, me apresuré a lamerte los labios con insistencia, y de un brusco tirón las desgarraste. Ví como el taxista nos miraba por el espejo interior, lo que excitó aún más mis sentidos. Atrapaste mis diminutas braguitas y las echaste a un lado, para con tus dedos entrar en mi cuerpo. Dedos expertos que me recorrían mientras a duras penas conseguía controlar mis gemidos, exploradores de mis carnes más íntimas, provocadores de humedad sin fin. Y tú... susurrándome al oído mientras follabas mi sexo:






- Escúchame, June. Escúchame bien atenta, porque esto es lo que quiero hacer cuando lleguemos al hotel. No te pierdas ni un solo detalle, ¿me oyes?

Yo asentía, creo que hubiera asentido a cualquier cosa que me propusieras, amor.

- Estamos en la habitación del hotel tú estás mirando por la cristalera de la terraza con las cortinas puestas. Llevas una coleta larga, el pelo bien estirado, una coleta de esas como de cola de caballo, de las que salen de arriba.


- Sí, una palmera.


- Llevas unas botas por encima de la rodilla...

- Me gustan.


- A través de tu bata de lencería se ve un corsé, uno de una pieza,

- ¿Tipo body de cuero?

- No lo sé, solo se transparenta, se ve tu figura, ya que tienes la luz detrás. Sin volverte, dices 'ven'. Y aparezco yo, a cuatro patas, saliendo de la otra habitación. Me paro a la entrada y tu giras un poco la cabeza sin mirar, extiendes tu mano, como si fueras a darmela, y yo me voy acercando. Vuelves a mirar por la terraza y yo me acerco a tu mano, que empiezo a lamer.


- Mmmm..

- Lamo tus dedos chupando uno por uno. Me los sacas y me acaricias la cabeza. Yo me arrimo más a ti y comienzo a lamer el exterior de tu muslo. Entonces te vas a un sillón que hay en el otro lado de la cristalera de la terraza...


- Sí...

- Te giras, haciendo volar tu bata, y te sientas un poco recostada con las piernas bien abiertas, me miras, y te pasas la lengua por los labios, humedeciéndolos. Adelantas un poco una pierna, como enseñándome tu bota, negra, brillante, con un tacón de vértigo, y me acerco obediente, me agacho y empiezo al lamer la punta de la bota. Tú me estás mirando y excitada comienzas a tocarte: te acaricias los muslos por su interior,llegando hasta tu entrepierna sin tocarla. Yo sigo chupando y voy subiendo, despacio. Ves mi lengua siempre fuera.


- ¿el camino que yo he dejado?

- No, aún estoy en la bota, llegando a la rodilla. Cuando se termina la bota y llego a tu muslo, paro. Levanto la cabeza para mirarte, y veo como te estás acariciando los pechos.


- Uf

- Apartas tu mirada de mí, hacia la terraza, y vas metiendo los dedos por tu corsé: lentamente los vas sacando y cuando están fuera, por encima del corsé, te aprietas los pezones. Vuelves tu cara hacia mí, y yo bajo la mirada rápidamente. Te levantas, pasas junto a mí, que sigo a cuatro patas, rozando con tu bata mi espalda, y te paras a la altura de mi culo. Con tu pie abres más mis piernas, mi polla cuelga dura.


- Mmmm..

- Vas subiendo tu pie por el interior de mi muslo hasta llegar a mis huevos, que acaricias con la punta de la bota. Los meneas un poco con la suela de la bota, y mi polla se mueve nerviosa y excitada. Me das unos golpecitos en la polla meneándola como un badajo. Sigues subiendo tu pie, la punta de tu bota se pasea por entre mis nalgas y sube hasta donde termina mi espalda. Apoyas tu pie en mí, clavándome un poco el tacón. Entonces dices 'mírame' y yo vuelvo mi cabeza obediente, mordiéndome el labio inferior de mi boca, con tu pie sobre mi culo. Te quitas la bata, despacio y sensualmente. Estás seria, cara de mala y de viciosa. Me tiras la bata a la cara..


- Cara de lo que soy, amore.

- Y me cubre la cabeza. Yo saco mi lengua y la muerdo, hasta desembarazarme de ella


- Huele a mí..

- Dejándola caer en el suelo... huele a tu perfume. Aprietas un poco el tacón sobre mi culo y me vuelvo rápidamente a mirarte, obediente, excitado. Veo que vuelves a tocarte los pechos, que siguen fuera del corsé: los agarras con tus manos, los masajeas y estrujas, los subes hacia arriba y comienzas a lamerlos. Te chupas los pezones mientras me miras, toda tu lengua fuera, dando pequeños lametones a tus pezones.


- Y tú mirando.

- Mirando obediente, a cuatro patas, bajo tu pie.


- Mmm, me gusta...

- Me quitas el pie, y me vuelves a mirar, más seria. Aparto mi mirada. Entonces siento el azote que me das en el culo con la palma abierta, produce un gran sonido y yo suelto un gemido. Me frotas el culo en el lugar del azote, y me das otro. Pasas tu dedo entre mis nalgas, y me agarras los huevos y la polla a la vez, sin mover la mano. Pegas un tirón hacia abajo, no muy fuerte, que hace que mi cuerpo de un pequeño bote. Bajas la mano por mi polla hasta el capullo y la quitas. Te vuelves al sillón, delante mio, y te colocas de espaldas. Te agachas, las manos en los brazos del sillón, las piernas estiradas, tu culo altivo justo encima de mi cabeza con una mano sueltas un broche que hay en el body dejando desnudo tu coño perfectamente rasurado. Con tus dedos te abres el coño, dejándome ver el interior.


- Ese interior que ahora mismo no dejas de follarme.

- Te agachas y esa misma mano la llevas a mi boca, que chupo impaciente. Me sujetas por la barbilla y me llevas hasta tu coño. Yo voy con mi lengua fuera hasta que lo empiezo a chupar. Mi lengua se mete poco a poco en tu coño, que esta mojado y lamo el interior mientras tu te frotas el clítoris...


- Lo estoy sintiendo...

- Mi lengua va arriba y abajo, recorriendo todo tu coño, lamiéndolo entero. Cada vez estás más mojada y noto tus flujos en mi lengua que se escurren hasta mi boca... me los quiero comer todos, absorberlos.


- Son todos tuyos...

- Estoy viendo cómo te aprietas el clítoris y cómo se va poniendo cada vez más grande y duro. Eso te excita, pero lamo más rápido. Meto mi lengua para follarte con ella y la saco un momento para respirar. Tú me vuelves a coger de la barbilla
y meter mi cara en tu sexo, frotas mi cara con él, mi lengua sigue fuera y consigo lamer tu clítoris erecto. Me quitas la cara, te incorporas, te das la vuelta y me miras. Pongo cara de sumisión. He sido malo, lo sé...


- Sí, muy malo...

- No debí hacer eso.


- Además no te has afeitado, y me pica tu barba. Sabes que te quiero afeitado.

- Vas hacia la cama y de la mesilla sacas un consolador. Lo dejas sobre la cama. De otro cajón sacas una pequeña fusta negra.



- Mmm...


- Te das la vuelta y me miras, chupando la punta de la fusta y me la acercas a la boca. La chupo también. Sin quitármela de la boca te vas hacia el centro de la habitación, y yo te sigo, con la fusta en mi boca. Llegas hasta la pared de enfrente, donde hay una cómoda, y en la pared, encima de la cómoda, un espejo. Me levantas tirando de la fusta, y con un gesto de tu cabeza, me dices que me coloque en la cómoda, apoyado con las manos, ofreciéndote mi culo, con el espejo delante. Yo estoy delante del espejo y te veo detrás mio. Vuelves a chupar la fusta y la pasas por tus pezones, dando unos pequeños golpecitos sobre ellos. Te das unos pellizquitos en uno con la mano y llevas la fusta hasta tu coño. Te pasas toda la fusta por él, incluso te metes la punta del mango. Ahora eres tú la que se muerde el labio inferior...


- ...mientras te penetras con la fusta. Por el espejo veo tu cara de placer, mi polla está rozando con la cómoda de lo dura que está, con esas pequeñas gotas de semen asomando por la punta...


- Ufff


- Sacas la fusta de tu coño abierto, me miras a través del espejo y me golpeas en el culo con ella. Se me escapa otro gemido, y con el movimiento de mi cuerpo mi polla golpea contra la cómoda. Apritas con tu mano mi culo, clavándome las uñas, y me vuelves a golpear: una, dos tres veces. Mi culo ya está rojo. Te agachas y comienzas a lamerme el culo, donde antes golpeabas, y con la fusta me golpeas la polla, el capullo, suavemente. La polla se pega a la cómoda, y con mi polla contra la cómoda, hacia abajo, la sigues recorriendo con la fusta, acariciando los huevos. Te levantas muy pegada a mi espalda, noto tus pechos sobre ella, noto el frio del corsé. Pones tu cabeza a un lado de la mia, mirándome en el espejo, y llevas la fusta a mis pezones, que agitas con ella. Me pones la fusta en la boca y yo la sujeto con los dientes. Con tus manos pellizcas mis pezones, no dejo de mirarte en el espejo mientras lo haces: los retuerces suavemente, me muerdes el lóbulo de la oreja y me quitas la fusta.


- Estoy demasiado caliente, Henry...


- Te vas a la cama, moviendo tu cuerpo sinuosamente, toda tu sensualidad me recorre al verte desde el espejo. Te tumbas en la cama, con las piernas abiertas, las rodillas dobladas. Estás en el borde de la cama. Coges el consolador y lo enciendes. Te quedas parada, mirándome, esperando. Pero no me muevo. Me dices 'vamos, a qué estás esperando, ven aquí'. Yo me vuelvo. La polla sigue enhiesta, el culo colorado y me acerco a ti. Cuando comienzo a andar me gritas 'eh', y paro en seco. '¿Qué haces, perrito?' me dices. Y me pongo a cuatro patas de nuevo.



- uff, mi perrito...


- Cuando lo estoy, me dices 'ahora sí, así me gusta, que seas obediente'. Y me voy acercando hasta el borde de la cama, hasta tus piernas. Subo mis manos a la cama y colocas el consolador en mi boca. Lo atrapo entre los dientes. 'Ahora me vas a follar' y coges mi cabeza, acercándola hasta tu coño abierto, mojado, chorreando. Te voy metiendo el consolador despacio pero sin parar, hasta el fondo. Tú me vas llevando mi cabeza va atrás y adelante, follándote. Voy girando el cuello, para recorrer todo tu coño. Aumento mi ritmo, y se te escapa algún gemido que intentas reprimir, pero no puedes.


- Como evitarlo...


- Sueltas mi cabeza para tocarte las tetas, los pezones duros, los estrujas entre tus dedos. Muevo el consolador cada vez más rápido, pero voy cambiando de ritmo. Lo saco para pasarlo sobre tu clítoris, y vuelvo a tus gemidos. Tus piernas se cierran sobre mi cabeza, y tu cuerpo se mueve. Tus caderas ya no se están quietas, haciéndo círculos sobre mi cabeza, subiendo la pelvis.


- Para, Henry, por favor...


- Vuelvo a follarte con el consolador. Mientras me estoy masturbando, y aprieto mi polla con mi mano. Tus gemidos ya son en voz alta y eso hace que mi cabeza se mueva más rápido, a la vez que mi mano. Tu cuerpo se estremece con el consolador dentro,
lo meto hasta el fondo.


- Uf


- Y no lo muevo, está vibrando dentro de ti, al fondo, pegado a tus entrañas, haciéndote vibrar. Mi lengua sale en dirección a tu clítoris solitario, lo comienzo a lamer, grandes lametones, rápidos, apretándolo contra tí...


- Sí, así...


- Lo dejo ahí y voy moviendo la cabeza. Eres tú la que se mueve sobre mi cabeza, cada vez más altos tus jadeos y gemidos, tus tetas estrujadas entre tus manos tu cabaza echada hacia atrás, moviéndose de un lado para otro. Sueltas las manos de tus tetas y las vuelves a llevar a mi cabeza. Presiento que tu orgasmo está cerca todo tu cuerpo se mueve.


- Sigue...


- Me clavas las uñas en los hombros, con la mano que me sobra agarro el consolador y te sigo follando con el. Mi lengua en tu clítoris, te follo deprisa mientras me gritas que no pare. Muevo mi lengua enérgicamente


- No pares...


- El consolador entra y sale, girándolo por todo tu coño chorreante que moja la cama. Te está llegando el orgasmo, noto tus uñas fuertemente clavadas en mi
tus flujos saliendo de tu coño, gritas, gimes, jadeas fuertemente... tus piernas me aprietan mientras subes la pelvis a un palmo de la cama... te estás corriendo
tu cuerpo se mueve convulsamente, agitándose por la cama y y yo sigo pegado a ti intentando que tu orgasmo siga y siga.


- Tengo que correrme ya, no aguanto más.


- No lo hagas o dejaré de follarte. No dejo de lamer y de follarte y no dejas de gemir y de moverte. No puedes más y paras. Levanto mi cara empapada de ti, coges mi mano y me subes a la cama, a cuatro patas. Pasas tus uñas afiladas por mi espalda las clavas en mi culo. Me azotas varias veces, tumbada sobre la cama. Me agarras la polla, una mano la agita, y la otra aprieta mis huevos. Me masturbas enérgicamente y yo aprieto los dientes para no dejar salir ningún sonido. Agitas mi polla apretando tu mano sobre ella. Los huevos me arden, con tus uñas sobre ellos. Me vuelves a azotar y noto como me llega un escalofrio. Sin dejar de azotarme, arqueo mi espalda y mi leche empieza a salir de mi polla dura y roja, todos mis músculos se tensan.


- Mmmm...


- Mientras no paras de exprimirme la polla, toda mi leche sale a la cama y mi cuerpo de derrumba sobre ella. Te incorporas, vuelves a subir por mi espalda con tus uñas hasta mi cabeza, me acaricias la cabeza, y me dices 'buen chico'. Te levantas, me das un último azote cariñoso para que no te olvide y sales de la habitación.

El taxista anunció la llegada a nuestro hotel. Dejaste de follarme para pagar y subimos al ascensor. Allí tuve que agarrar tu polla y metérmela, y a la segunda embestida me corrí sobre ella. Tú sonreías... luego hicimos tu fantasía realidad, y nos dormimos, juntos, abrazados. Por la mañana me despertaron tus caricias. Volvimos a amarnos, y cuando terminamos exhaustos, o al menos es lo que yo creía, que tú lo estabas, me dijiste: 'Te volvería a follar ahora mismo'. Yo dejé escapar una carcajada, y tú, sin salir, seguiste follándome hasta correrte dentro mío al cabo de pocos minutos, de nuevo.

¿Sabes? En el próximo encuentro haremos real una de mis fantasías, amor. Hasta entonces... te beso.

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